viernes, 4 de junio de 2010

Microrrelato (comentado) de Rafael Pérez Estrada: "La Gran Dolorosa del Mar"

Fotografía: Francisco Rodríguez Criado
Fernando Valls, uno de los máximos especialistas en el género del microrrelato en castellano, comenta un microrrelato de Rafael Pérez Estrada: "La Gran Dolorosa del Mar". Ambos, el relato y el comentario, fueron publicados en el blog de Valls La nave de los locos el 26 de marzo de 2009.  

LA GRAN DOLOROSA DEL MAR

Rafael Pérez Estrada

Me ofrecieron la casa con tantas facilidades, sin apenas discutir la renta, que me fue dado sospechar algún enredo en el lugar o en el contrato.

La casa lindaba con una playa de infinita arena. El mar parecía una lejana imposibilidad, una promesa inalcanzable. Por lo demás, todo era silencio.

Sin embargo, el primer día ya supe de la mujer. Los días sucesivos me acostumbraría a su historia insólita.

La veía correr por la playa. Vestida de negro era la Gran Dolorosa del Mar. Huía incansablemente, como tantos mitos de crónicas que confunden la realidad con el sueño. Lo más curioso fue descubrir cómo las gaviotas la perseguían con una ferocidad impropia de su especie.

También la tarde que abandoné la casa, la mujer seguía huyendo. 


......



En este microrrelato, recogido en La sombra del obelisco (Libertarias, Madrid, 1993), el punto de partida argumental es el mismo que el de la célebre película de Joseph L. Mankiewicz, El fantasma y la señora Muir (1947), aunque luego el microrrelato transita por derroteros distintos, puesto que la historia no se desarrolla en la casa, que alquila en tan ventajosas condiciones, sino en la playa, en la visión de la mujer vestida de negro, a la que las gaviotas perseguían con una ferocidad inusitada, impropia de su especie, sin que lleguemos a saber por qué, de manera semejante a como ocurre en Los pájaros (1963), de Alfred Hitchcock, película basada en el relato del mismo nombre de Daphne du Maurier. El narrador observa la escena, supuestamente desde la casa, a distancia, sin saber muy bien si es sueño o realidad, en mitad una atmósfera de silencio que todo lo invade, y se percata de la “historia insólita”. Pero, como quizá tantos otros inquilinos anteriores, también acaba abandonando la vivienda, posiblemente por la imposibilidad de soportar semejante visión. Así, el autor, quien crea sus propios personajes legendarios, como la Gran Dolorosa del Mar, con ecos de nombre de Virgen, en este caso martirizada por las gaviotas, apela al mito y se vale de imágenes pictóricas (de nuevo de Marx Ernts a De Chirico), pasando por el cine surrealista y la película de Hitchcock, que cruza con la imaginería de la religión católica, para componer su texto a partir de las imágenes de la casa, la mujer que huye eternamente (como en el cuadro citado con anterioridad de Boticelli) por la playa, perseguida con saña por las gaviotas, y la visión del mar, al fondo, que “parecía una lejana imposibilidad, una promesa inalcanzable”. Por tanto, si tuviéramos que definir esta pieza sería una “sembradora de dudas”, sin que llegue a aclararse nunca los diversos enigmas planteados. No en vano, se trata de una imagen insólita en mitad de un paisaje abierto, con cinco protagonistas: la casa, la playa, el narrador y observador, la mujer que huye y las gaviotas que la torturan, todo ello presidido -repito- por un gran silencio y un mar lejano, como un decorado de fondo, sin que podamos llegar a saber si procede de un sueño o de una visión durante la vigilia. La historia puede parecer una estampa estática, si nos olvidamos del constante movimiento de la mujer y de la huida final del narrador, quien -sin duda- debió sufrir una convulsión interior tras esta insólita experiencia que nos cuenta.



Comentario de Fernando Valls



© de la fotografía: Francisco Rodríguez Criado



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