viernes, 1 de octubre de 2010

Washington Cucurto: "Borges era un chorro"

Washington Cucurto (Quilmes, 1973) es el seudónimo que ampara al escritor argentino Santiago Vega, que empieza a ser considerado aquí en España -desde donde escribo este blog- poco menos que un escritor de culto. Puede que influya la dificultad para encontrar sus libros. Hasta donde yo sé, en España todavía no se ha publicado ninguno de ellos. Confieso, pues, que solo he leído narraciones breves y algunos de sus poemas. A espera de poder profundizar en su obra, le profeso cierto respeto por haber sido director de Eloísa Cartonera, un proyecto social enfocado a la edición de libros que supo hacer de la necesidad virtud: la materia empleada para esos libros era el cartón que ellos mismos compraban a los cartoneros de Buenos Aires. 
En una entrevista realizada por Matías Capelli (de la que ofrezco  un fragmento), Cucurto habla sobre su trayectoria literaria, los blogs literarios, sobre la literatura como entretenimiento... En Argentina, me parece a mí, es inconcebible una entrevista en la que no se cite a alguno de estos tres personajes: Perón, Maradona o Borges. Cucurto a quien glosa es a este último, y no con demasiado cariño...  Fuente: Los Inrockuptibles

Entrevista con Washington Cucurto
La reedición de Cosa de negros y la publicación de un nuevo libro: dos buenas excusas para un encuentro con Washington Cucurto.
  

Cuando se enciende el grabador y empieza a hablar, Washington Cucurto apila palabras que no terminan de articularse del todo como frases, aunque algunas tengan el peso específico de un párrafo completo. Como si, apresurado y saltarín, fuera tomando sus ideas de un zanjón literario en el que conviven, flotando, la fascinación por los blogs con los libros de cartón, la devoción por ciertos escritores con el desprecio por otros. Pero basta repreguntar para que reconozca que, en realidad, apenas si lee los blogs de dos o tres amigos; basta descubrir la picardía con la que remata sus afirmaciones más polémicas para recordar que Cucurto es, antes que nada, un personaje, un artificio creado por Santiago Vega. Y entonces todo queda en suspenso. Menos la certeza de que, con el tiempo, los límites entre uno y otro se volvieron cada vez más difusos, como si Cucurto hubiera ido copando todos los resquicios por lo que respiraba el escritor, como si Vega se hubiera dejado estar por pereza o comodidad, como si se hubiera olvidado de mantener las formas. Tampoco es tan importante; todo escritor resulta ser, en el fondo, su propio personaje. Audaz, chapucero y desmesurado, por momentos entrañable, por momentos exasperante: quizá alguna vez llegue el momento en el que, para dejar las cosas en claro, Santiago Vega escriba su “Cucurto y yo”. Mientras tanto, esto es lo que hay.

ENTREVISTA> El curandero del amor es el tercer libro que publicás en menos de un año, y encima por una editorial grande. ¿Cómo estás viviendo este momento?
Washington Cucurto: Recontento, más con lo difícil que es editar acá. Igual, antes había estado bastante sin publicar, nadie me proponía nada. Eso cambió a partir de Cosa de negros (03) (www.interzona.com), que ahora parece van a traducir al portugués. Y lo de Planeta estuvo buenísimo, nunca había estado en una editorial tan grande. Igual, todavía no sé bien de qué se trata.

Además estuviste viviendo en Alemania varios meses por una beca para escritores. ¿Cómo fue la experiencia?
La segunda novelita de El curandero… (www.emece.com.ar) es una historia bastante delirante sobre el Tercer Reich que escribí allá. Estuvo bueno, pero me volví antes, me terminé aburriendo un poco. Además hacía mucho frío.

Empezaste escribiendo más que nada poesía, pero ahora estás completamente abocado a la narrativa. ¿Por qué el cambio?
Cuando salió Cosa de negros me di cuenta de que la narrativa llamaba más la atención, gustaba más. Entonces me dediqué a escribir narrativa y cada vez menos poesía. Ahora estoy volviendo, de a poco. Lo que pasa es que para escribir poesía hay que poner una energía especial. Requiere más trabajo, más fuerza, más dedicación. Me terminé tirando a una cosa más liviana. Aunque mis libros de poesía también son bastante livianos. Lo mío es como una protoliteratura, porque no cumple con todos los requisitos para llegar a serlo.

¿Y cuál es tu idea de la literatura?
Para mí, la literatura es un entretenimiento; el día que me aburra no escribo más. Ya para trabajo tengo mi laburo. La “alta” literatura me aburre. No me gusta cuando se la pone por delante de la vida, cuando cobra un valor trascendental. Prefiero algo más precario. No tratar de escribir superbien, sino buscar una voz propia y trabajar desde otro lugar, una cosa más de pastiche. Esa liviandad me permite meter en juego otras cosas, desde otro lugar. En general escribo rápido, en poco tiempo… También así quedan después los libros, ¿no? (risas).

En Cosa de negros, sin embargo, se percibe una influencia de la poesía, cierta electricidad entre las palabras, una prosa saltarina…
Sí, puede ser… Era un texto más barroco, bastante poético, con muchos juegos de palabras. Ahora mis libros tienen un lenguaje más llano, más transparente. Pero también tiene que ver con no quedarte en una forma establecida, en la misma manera de contar. El curandero… tiene un sistema de escritura, por así decirlo, mucho más prolijo y ordenado.

En Las Aventuras… también volviste a publicar Zelarayán, tu primer libro…
Sí, un homenaje a Ricardo Zelarayán, un poeta que me gusta mucho. Cuando lo leía de joven me sentía muy identificado. “Yo también puedo escribir algo así”, pensé. Ahí se me encendió la lamparita y dejé de ser repositor de supermercado para ponerme a escribir sobre eso. Y también es una parodia a ese cuento de Borges “Borges y yo”, que me parece una paparruchada total. Borges era un chorro, era bastante berreta, ¿no? Sus primeros poemas me gustan, pero después se pone muy rebuscado. Pero no se puede hablar mal de Borges, porque después se recontra enojan mal.

En la contratapa de El curandero… aparecen comentarios sobre tus libros que fueron apareciendo en blogs. ¿Qué pensás de los blogs?
Me parece de lo más interesante que le pasó a la literatura en mucho tiempo. Eso de escribir rápido, en el momento, de alguna manera tiene mucho que ver con la forma en la que escribo yo, sin preocuparme demasiado. Siempre aspiré a ese tipo de escritura medio automática. Pero los bloggers me dejaron atrás hace mil años. Yo todavía tengo una relación con la literatura, con los libros. En el fondo sigo siendo formal, vengo de la literatura. Los bloggers no: son el fin de la literatura. Con los bloggers, a Aira se le cayó el futuro encima…

Lo terminan corriendo por izquierda…
Claro, se acabó todo: se acabó Aira, se acabó Piglia… Aira nunca va a poder escribir como un blogger. Son otros parámetros, otros registros, otra inmediatez. Hay blogs que son increíbles, son libros. No son cosas distintas: es el mismo espacio: el espacio del lenguaje y lo que se hace con el lenguaje. El instrumento es el mismo. //

EL CURANDERO DEL AMOR (Emecé), 212 páginas.
COSA DE NEGROS (Interzona), 174 páginas.

Podés leer la nota completa sobre Washington Cucurto en Los Inrockuptibles #110 (Diciembre-06)



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