jueves, 14 de abril de 2011

¿Y si Quevedo en realidad no fue tan malo?

David Felipe Arranz y Baltasar Magro durante la conferencia en el Centro de Poesía José Hierro (Getafe)
Pues eso es lo que viene a decir el periodista Baltasar Magro: que Francisco de Quevedo no fue en realidad tan malo como algunos le pintan. 
Esta nota, publicada por Iberarte, viene a ser el contrapunto al artículo que publiqué ayer de Juan Goytisolo sobre la figura de Quevedo. 



Elogio de Francisco de Quevedo, según Baltasar Magro



"El periodista Baltasar Magro intervino ayer en el Centro de Poesía José Hierro (Getafe), donde habló de las vidas paralelas de Quevedo y del duque de Osuna.
Madrid, 19 de marzo de 2010.- El periodista y escritor toledano Baltasar Magro intervino ayer en el Centro de Poesía José Hierro (Getafe), a iniciativa de la Fundación Francisco de Quevedo, donde elogió al autor de El Buscón y habló de la amistad el poeta con el duque de Osuna.

Su última novela, La hora de Quevedo (Roca Editorial), le ha servido a Magro para meterse en la piel y en el espíritu del poeta, en torno al cual sigue habiendo muchas lagunas. “La imagen del Quevedo muñidor de intrigas se debe a la propaganda montada contra su persona, ya en vida del autor, y no a la realidad”, ha afirmado en la primera parte de su intervención, presentada por el coordinador de la Fundación Francisco de Quevedo, David Felipe Arranz.

Para Magro, Quevedo es un personaje “que está en el poder y, a la vez, lejos del poder; que entra y sale de Palacio y, a la vez, conoce la vida de la calle”. Destacó además su faceta de humanista, políglota, enamorado de la política y editor de fray Luis de León, haciendo hincapié en su relación con los heterodoxos: “Quevedo fue amigo de reformistas no muy bien vistos en su tiempo, como Juan de Mariana y Tomasso Campanella”. Según el periodista, el carácter de Quevedo se forjó en sus primeros años frente al Palacio Real mientras estaba rodeado de mujeres.

Lamentó también que la propaganda que en su época se levantó contra él hubiera llegado hasta nuestros días: “Un catedrático de la Universidad Autónoma me ha llegado a decir que Quevedo era un golpista y en una gran enciclopedia se firma lo mismo”, ha comentado en defensa de Quevedo, al que ha definido como un hombre “humanamente extraordinario, pero lleno de contradicciones”; un hombre, en definitiva, que “lo vivió todo y lo vivió plenamente”.
  
Por otro lado, Magro ha destacado su amistad íntima con don Pedro Téllez-Girón, duque de Osuna, que da comienzo cuando los presenta el humanista Arias Montano; Osuna, “otro personaje peculiar”, tenía según Magro una visión política similar a la de Quevedo, pues al igual que el escritor, “consideraba que la entrada de los validos en el Gobierno arruinaría a la monarquía”, como así fue. Sin ir más lejos, el duque de Lerma “era un tío que llenó la corte de sinvergüenzas y asesinos que terminaron por matar a la reina Margarita de Austria en uno de los episodios más oscuros de nuestra historia; los mismos que trataron de inculpar y hacer caer al confesor del Rey, el dominico fray Luis de Aliaga, intentando obtener un falso testimonio de sus criados mediante tortura”.

Osuna, según ha destacado el escritor, se sufragó su participación en las campañas de los Tercios de Flandes y “descubrió la patente de corso en su viaje a Inglaterra, consiguiéndola en nuestro país para dotar a la flota española de soldados profesionales y crear una flota corsa en el Mediterráneo desde Sicilia”. Osuna quiso extender su poder a Nápoles y envió para ello a comprar voluntades a su amigo Quevedo a la Corte, empresa que el poeta llevó a buen puerto: don Pedro fue nombrado virrey de Nápoles en 1616.

Para Magro, el origen de la fama de golpista de Quevedo es infundado, por cuanto no tuvo participación en la célebre Conjuración de Venecia, ya que el 19 de mayo de 1618, Quevedo se encontraba en Madrid: “en realidad, la operación política, sin duda de mucho calado, la monta la República de Venecia ante el poder que estaba alcanzando Osuna: le permitió ejecutar a muchos españoles y, finalmente, en noviembre, el senado veneciano reconoció oficialmente que no había existido conjura ninguna”, ha asegurado el periodista, quien lamentó el final de don Pedro ocurrido en 1624, olvidado de todos y encerrado en la mazmorra de un castillo que se encuentra en Barajas, detrás de la Alameda de Osuna, mandada construir por una descendiente suya, ya en el siglo XIX.

 
Tras la conferencia se abrió un breve coloquio en el que David Felipe Arranz le preguntó por las razones de la mala fama de Quevedo y la hipotética vida y la participación en la opinión pública que en nuestros días hubiera afrontado un personaje tan formidable y valiente como él; para Magro, no había lugar a dudas de que hubiera ejercido un arriesgado contrapoder a través de Internet, de blogs, que equivalen a los escritos volanderos de su época. También intervino el numeroso público asistente, entre los que se encontraban el presidente de la Fundación Francisco de Quevedo, José Luis Rivas, y el gerente de la Casa Museo de Quevedo en Torre de Juan Abad, José María Lozano, autor del libro Francisco de Quevedo desde la Torre, con preguntas sobre la dificultad de sondear a través de la ficción el alma de un personaje tan complejo o la misoginia del escritor. Como colofón, la poeta Julieta Valero, coordinadora del Centro de Poesía José Hierro, agradeció a la Fundación Francisco de Quevedo y a Baltasar Magro el encuentro.

Baltasar Magro, tras estudiar Magisterio, se licenció en Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid y en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Ha sido presentador del Telediario en 1983, creador del programa “Teleobjetivo” en 1984, presentador del programa “48 horas”, guionista de televisión, subdirector de Telemadrid, coordinador de los informativos de Telecinco y director y presentador de “Informe Semanal”, de TVE. Ha escrito El círculo de Juanelo (2000), La sangrienta luna (2001), Carrosanto (2002), Los nueve desconocidos (2004) y En primera línea (2006). Magro ha recibido la Ninfa de Oro del Festival de TV Montecarlo y el Ondas Internacional".


Redacción Iberarte 

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